Erase una
vez en un lugar cualquiera, como otro
día cualquiera, me tope con una manzana. Roja como el vino, brillante como el
sol cuando nos saluda por la mañana, grande como mi corazón, que cada día que amanece palpita al ritmo de
una buena melodía, al son de una
canción, hermosa como el recuerdo de la cara de mi madre, la cual observaba con admiración y
orgullo, esa gran mujer que fue es y
será por siempre en mi corazón.
La observe
con ojos tímidos, ojos picaros, con mucho cuidado, al ver tanta belleza se encandilaban
mis pupilas, mis pestañas revoloteaban,
como mariposas ante una bella flor en primavera, con el frescor del roció
mañanero, me invitaba a protegerla, a mimarla, a cuidarla,
a que nadie la tocara para
impedir que fuera maltratada.
Bella naturaleza,
destruida por la mano humana, el cual no aprecia la magnitud y la importancia
de tan compleja estructura divina, sacrificada por el placer de su sabor, tan
dulce exquisita y apetitosa, jugosa al paladar, con textura carnosa como los
labios de una mujer. ¿ qué hay más bello que una mujer? …. ¡nada!
Mis manos
temblorosas, la sostenían con fragilidad,
con miedo a empañarla, la coloco en un hermoso frutero , para que admiren su perfección
y culmine su madurez en esplendor y pureza,
que todo sea natural, sin tropiezos, con
buen clima , que se respire aire puro, para que su felicidad sea plena y se sienta
completamente dichosa de la vida que le toco vivir, la vida no es más que un
aprendizaje , en donde hay que vivir y saber vivir, hasta que te toque culminar tu viaje por este
mundo.
Mundo, donde
existe la tentación. Tentación de morder
la manzana, todos tenemos un Adam y Eva , no sabemos valorar lo que tenemos
bello a nuestro alrededor, maltratamos la belleza, todo lo que la naturaleza te
regala, no cuesta dinero, es gratis, como lo tenemos no lo cuidamos, no lo vemos, estropeamos el medio ambiente , nos
sentimos en el compromiso interior de proteger de los malhechores que intentan envolver como
presa , por su olor tan embriagador que desprende, salteadores que pican y
pudren con facilidad, que contagian malas sensaciones.
Cuan no fue
mi sorpresa , que al dentellear tanta belleza, por cordialidad, sin maldad , me encontré que
por dentro la hermosura no existía, en esta manzana que quise favorecer y
amparar , que quise abrigar y sostener, otee con sobrecogimiento y espanto como
era en su profundo y recóndito ego interior , la percibí podrida, corrompida en su corazón , desprendía mal olor, un olor a
desilusión, olor a deslealtad, olor a envidia, olor a maldad, un bicho salía de
lo más profundo de su interior, ese interior que no yo conocía , pues andaba
disfrazado y oculto ante tanta docilidad, fachada y aspecto con voz dulce y
agradable, discreta y sosegada , y yo con un tono de voz sonoro y ruidoso, ¡
fui la mala! me asuste, no me llegaba la
camisa al cuerpo, no podía creer lo que estaba viendo, alarmada por tanta
hipocresía , mis ojos que antes bailaban de alegría ahora brotaban por mis mejillas
la amargura por el desengaño en forma de lagrimas y lamentos , una tristeza
sobrenatural, algo que mi mente no entendía por mas que le buscaba explicación,
me puse en la piel y no podía interpretar tanta osadía y falacia convertida en
un cuento interpretado con rigurosa maldad ficción y embuste, yo no sabría como
expresar en palabras algo que sale del corazón , un sentimiento convertido y
transformado de la noche a la mañana en
un chasco, en una decepción , no hubo expresión ni pacto, no hubo juramento ,
solo fue atropello y desesperación para algo que representaba la ingratitud sin
importar demasiado el dolor causado.
Por eso, no se puede juzgar a una persona sin conocer, pues
las apariencias engañan y te pueden sorprender, como esta hermosa manzana que
por estar podrida perdió su compañía.
Autor : Loly Arbelo
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